Era tan alto, tan alto que se tropezó en un pueblo y cayó en otro.
 
  Era una casa con las paredes tan delgadas, tan delgadas que cuando mi madre pelaba cebollas lloraba la vecina.
 
  Era una mujer con la boca tan pequeña, tan pequeña que en vez de decir tres decía: "uno, uno, uno".
 
  Eran un hombre tan honrado, tan honrado que encontró un trabajo y lo devolvió.
 
    Era un niño tan feo, tan feo que cuando jugaba al escondite nadie lo buscaba.